1. La Fuerza Vital
Para Hahnemann, el organismo posee una fuerza vital cuya función, en estado normal, consiste en regular todo el organismo proporcionándole una capacidad natural de autocuración, la Vis Natura Medicatrix.
Cuando esta energía vital se desequilibra, se limita o se bloquea, el organismo enferma.
Según Hahnemann, bastaría un pequeño impulso para activar, equilibrar o desbloquear el proceso de autocuración del enfermo y conseguir la restauración eficaz de la salud.
El desequilibrio causado en el organismo puede ser de distintos tipos, pero lo importante a la hora de buscar un remedio es determinar en qué sentido se ha producido el desequilibrio de la Natura Medicatrix, y éste viene determinado exclusivamente por los síntomas de la enfermedad. Los homeópatas ven los síntomas de la enfermedad como señales de que el organismo está utilizando su poder natural de curación para combatirla. Administrando el remedio homeopático que produjera síntomas semejantes, se estimularía esa fuerza vital que pondría en marcha la curación en lugar de suprimir los síntomas.
2. La Ley de la Similitud
El principio de ‘lo semejante’ cura ‘lo semejante’ ( Similia Similibus Curentur ) puede ya encontrarse en los escritos de Hipócrates, el padre de la medicina, que datan del siglo V a. C.
Esta ley define que el remedio más adecuado para curar cualquier enfermedad es aquella sustancia que, administrada a personas sanas, produce en ellas los mismos síntomas que presenta el paciente enfermo al que queremos curar
3. La Experimentación Pura
A lo largo de más de 200 años se ha ido experimentando con más de 3000 remedios de la naturaleza, tóxicos a dosis elevadas, los síntomas que producían en personas sanas administrados a dosis mínimas, tanto a nivel físico como mental y emocional, describiendo exactamente esos síntomas, sus características, su localización, sus modalidades de horario, agravación, mejoría…
Así por ejemplo la eufrasia, una planta irritante para los ojos, se utiliza como remedio calmante para ojos sensibles y conjuntivitis, o la cebolla, que provoca lagrimeo, irritación nasal y moqueo, se usa para tratar síntomas alérgicos y catarrales.
Los síntomas del paciente guían al homeópata hacia el remedio necesario que, administrado a dosis infinitesimales, activará el poder de autocuración de su fuerza vital.
4. Las Dosis Infinitesimales
Los remedios naturales de origen vegetal, mineral o animal se diluyen sucesivamente en proporciones decimales(1/10) o centesimales (1/100) de agua con alcohol y se dinamizan aplicando unas sacudidas o sucusiones a dichas diluciones.
Estas nuevas dosis, diluidas y dinamizadas, pierden el efecto tóxico de la sustancia original y estimulan la fuerza vital del paciente hacia su curación.
Hahnemann observó que cuanto más se diluía y dinamizaba una sustancia, más potente, largo y profundo era su efecto curativo.
5. La Ley de la Individualización
«No hay enfermedades, sino enfermos»
Los homeópatas consideran que los síntomas de una enfermedad son propios, característicos de la persona, únicos en cada enfermo.
Para hacer un diagnóstico correcto desde el punto de vista homeopático, hay que observar al paciente, realizar una historia clínica completa, remarcando los síntomas raros, curiosos y particulares del paciente, relegando los síntomas comunes de la enfermedad a un segundo plano, considerando al paciente en su totalidad, en su entorno y contexto particulares a la vez que sus estados emocional y mental.
Se valora también el posible origen emocional de la enfermedad, la causa desencadenante. Tras todo ello se prescribe un tratamiento individualizado, particularizado, que estimulará las reacciones defensivas del organismo de forma global, ordenando y acelerando el proceso de curación independientemente del diagnóstico de su enfermedad.